Tras mi primer paso por el quirófano durante la carrera, llegó a mi vida Deva, una perra de la protectora, cruce de malinois. Desde el principio de su adopción, observamos que tenía miedo a personas y perros. Al buscar ayuda, encontré metodologías inadecuadas que agravaron sus problemas. Ante la desesperación empecé a buscar información y conocí la “Educación Amable y Respetuosa” y empecé a aplicar lo que aprendía a la vez que me formaba con cursos. 

Con el tiempo, Deva mejoró y nuestro vínculo se fortaleció. Por fin entendía su mundo, como ella lo percibía y como ellos lo entienden.

Desgraciadamente, Deva enfermó y murió de forma inesperada cuando empezaba a ser un perro más libre de sus miedos. Sentí que estaba en deuda con ella, que todo lo que habíamos conseguido juntas, lo que ella me había enseñado y demostrado tenía que servir para algo, por eso decidí encaminar mi profesión como veterinaria al mundo del comportamiento, educación y bienestar canino.